Además de brindar cursos sobre emprendimiento y negocios, el proyecto contempla un fondo concursable para que las beneficiarias del programa puedan acceder a insumos, materiales y herramientas para implementar en sus emprendimientos.
El día 30 de noviembre de 2021, se realizó el Seminario de Cierre del Proyecto “Emprendiendo Juntas Sin Fronteras” de World Vision en colaboración con ACNUR, que se llevó a cabo durante este año, en modalidad online, para más de 400 mujeres refugiadas y migrantes, en su mayoría de nacionalidad venezolana residentes en todo Chile. Durante la misma instancia las instituciones involucradas en el proyecto aprovecharon de informar sobre el lanzamiento de un nuevo fondo concursable de 220.000 mil pesos chilenos para mujeres beneficiarias y egresadas del programa, a modo de complementar el financiamiento inicial que recibieron en el proyecto y así poder comprar insumos o materiales para continuar expandiendo sus negocios.
La iniciativa “Emprendiendo Juntas Sin Fronteras”, cuya primera edición se remonta al año 2019, consistió en la realización de diversos cursos que tuvieron el objetivo principal de promover y fomentar la inserción socioeconómica de las personas refugiadas y migrantes a través del mejoramiento de sus posibilidades de empleabilidad. Como tarea final, las estudiantes recibieron la solicitud de diseñar un plan de negocios que será monitoreado por World Vision, organización que además les entregará asistencia técnica individual y personalizada, así como también una asistencia monetaria para comprar herramientas y materiales. Adicionalmente, el centro de capacitación técnica de World Vision entregará certificaciones para aquellos planes de negocios que logren establecerse y ejecutarse.
Karin Moreno (32) es una de las 400 beneficiarias de la iniciativa. Abogada, de nacionalidad venezolana, llegó a Chile en el año 2019 junto a su hija Camila de 6 años. Su historia, al igual que la de muchas personas forzadas a desplazarse, no estuvo exenta de dificultades: viajó sola desde San Cristóbal de Venezuela con su hija hasta Santiago de Chile, donde tuvo que sortear múltiples dificultades para lograr establecerse en un hogar que le asegurara paz y seguridad. Tras su llegada al país, uno de los procesos más complejos de su integración fue, precisamente, el de la inserción laboral, por lo que decidió volcar todas sus energías en cocinar comida típica venezolana y venderla a la salida de una estación de Metro del centro de Santiago. La incursión en el rubro gastronómico no sólo le permitió mantener un vínculo con su país, sino que también compartir un fuerte vínculo familiar, dado que tanto su madre, padre, y hermanos mantienen vigente el mismo negocio que Karin instaló en Chile, pero en su ciudad natal.
Fue, precisamente, a causa de las restricciones sanitarias en pandemia y las dificultades para entregar la comida por delivery, que tomó la decisión de proyectar mejor su negocio y postular al Proyecto Emprendiendo Juntas Sin Fronteras de WorldVision. Los cursos “me dejaron información valiosa acerca de técnicas, costos, organización y administración. Al igual que significó un gran incentivo para poder proyectar mi negocio en el futuro”, señaló Karin, quien además recibió del proyecto un apoyo monetario para comprar un extractor para su cocina y una batidora industrial con el financiamiento del 50% del valor.
El apoyo económico, material y la capacitación técnica y estratégica, permitieron que Karin pudiera profesionalizar su emprendimiento y asegurar una mejor calidad de vida en Chile. De hecho, actualmente Karin está a la espera de la aprobación de las resoluciones sanitarias para abrir su nuevo local ‘El Rey de las Cachapas’ y atender a sus clientes de manera presencial. Iniciativas como esta permiten entregar oportunidades de inserción laboral a través del fomento al emprendimiento.
Por último, cabe mencionar que si bien la mayoría de las personas beneficiadas con este innovador proyecto son refugiadas, solicitantes de asilo o bien, venezolanas en situación de movilidad, el proyecto también destinó un 15% de los cupos para mujeres chilenas o de otras nacionalidades residentes en el país, con el fin de promover la integración intercultural y brindar una mano a las comunidades de acogida.