La educación de niños y niñas es un derecho humano, y es que más allá de aprender a leer y escribir, la educación entrega herramientas de desarrollo personal a la que toda persona debe acceder.
En nuestro país la educación para niños, niñas y jóvenes es obligatoria, desde pre kinder hasta cuarto año de enseñanza media, es decir, 14 años de enseñanza obligatoria, que permitirán el desarrollo de las personas en diversas materias, además de garantizar el aprendizaje de hábitos saludables, valores, autocuidado, educación sexual, deportiva, cuidado del medio ambiente, entre otros.
El plan educativo se genera desde el Ministerio de Educación y todos los colegios deben cumplir entregando los conocimientos básicos que exige dicho plan.
La educación permite que nos desarrollemos como personas, aprendamos valores y obtengamos nuestra personalidad. Es la educación la base del desarrollo para los países y gracias a ella se puede acceder a mejores oportunidades laborales y de calidad de vida.
Sin embargo, hace un año y medio, el formato de las clases sufrió un cambio inesperado. La OMS declaró situación de pandemia y comenzaron a aparecer los primeros casos de coronavirus en nuestro país.
Se tomaron medidas y se cerraron las escuelas. Para garantizar el derecho a la educación se dio paso a las clases online y de la noche a la mañana cientos de miles de niños, niñas y jóvenes tuvieron que adoptar esta nueva forma de educación, que puede sonar moderna, lúdica y entretenida, sin embargo ¿alguien pensó en los estudiantes vulnerables que no tenían acceso a conexión a internet?
Según Branch.com “el total de personas conectadas a internet suma 15.78 millones. Esta cifra crece solo un poco (7%) respecto al año pasado, pues en el año 2021 se incorporan unos 108 mil nuevos internautas, de los cuales una gran mayoría (el 98.8%) prefiere ingresar desde teléfonos móviles”.
Cabe destacar que el acceso a internet de la mayoría de los usuarios les permite ingresar a redes sociales, sin embargo, tal conexión no permite navegar por sitios web, descargar material y utilizar aplicaciones especiales mediante las cuales se realizan las clases por videollamada.
Esto explicaría que, si bien, la cifra de conexión en nuestro país es alta, esta no da el ancho para ingresar a las plataformas necesarias para conectarse a una clase. Si a esto sumamos la existencia de 3 o más niños y jóvenes en una casa, un teléfono celular no alcanza para 3 clases simultáneas.
Así es como a estas alturas, a un año y medio de haber comenzado con las clases online, aún existen miles de alumnos que deben retirar las guías impresas desde los colegios sin tener acceso a clases online, entonces ¿cómo aprenden?
Según un estudio de la Universidad de Chile, “cerca de 40 mil niños, niñas y jóvenes no se matricularon en ningún establecimiento en 2021 ... de estos 40 mil niños, niñas y jóvenes, un 53% corresponde a hombres y un 46% a mujeres. En tanto, el nivel educativo con mayor índice de abandono escolar es 1° medio”.
Al buscar un motivo a la deserción, “Jenny Assael describe que el contexto de pandemia ha despertado problemas técnicos para la conexión y acceso a internet, por lo que algunos(as) estudiantes no han podido participar en las clases online o no han podido acceder a todas las sesiones programadas” esto generaría desmotivación y permitiría el abandono de las clases.
El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones y las empresas agrupadas en TELCOS decidieron reactivar el “Plan Solidario de Conectividad” que permite a los usuarios y usuarias que pertenecen al 80% de los hogares de menores ingresos, según el Registro Social de Hogares (RSH), mantener el acceso a servicios de telefonía e Internet en caso de que, por razones de fuerza mayor, no puedan pagar su boleta mensual. Si desea solicitar el beneficio, ingrese aquí.
Dicho beneficio podrá ser solicitado hasta el 31 de diciembre de 2021 y busca disminuir la brecha de conectividad.
Aun así, existen todavía miles de familias que no pueden acceder a una conexión de calidad y asegurar el acceso a la educación de sus hijos, aún existen campamentos y lugares geográficos de difícil acceso que no permiten que el derecho a la educación no se logre garantizar ara todos los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, convirtiéndolo en una tarea pendiente.