Es evidente que en la última década la migración de extranjeros a Chile ha incrementado considerablemente. Sin ir más lejos, la población migrante en Chile asciende a casi 1 millón y medio de personas.

Naturalmente quienes se vienen a vivir a nuestro país, se desarrollan en diversos trabajos, estudian, participan de la vida ciudadana y se interiorizan en el sistema chileno. Por lo que es muy habitual encontrarse con personas extranjeras en el trabajo, colegios, centros de salud, entre otros. La migración, sea por el motivo que sea, indudablemente es una oportunidad de enriquecimiento cultural, podemos conocer distintos idiomas, costumbres, gastronomía, religión, entre otras cosas.

A pesar de que Chile es considerado un país amistoso con los extranjeros, las actitudes racistas se han exacerbado durante los últimos años. Personas que creen poseer cierta superioridad frente a otras personas que dañan finalmente la convivencia con nuestros visitantes. Una situación lamentable, ya que muchos de los extranjeros se encuentran en nuestro país buscando nuevas oportunidades.

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Es importante señalar que los prejuicios raciales (positivos y negativos) se aprenden desde la primera infancia, sin ir más lejos, a los 6 meses de edad el cerebro de un bebé ya logra diferenciar características raciales. Entre los 2 y los 4 años, niños y niñas ya pueden aprehender prejuicios raciales. A los 10 años, un menor ya tiene una formación valórica que le hace discriminar entre lo bueno, lo malo, lo aceptable y lo no aceptable socialmente. Por lo tanto, los padres somos los primeros maestros de nuestros hijos e hijas y de nosotros dependerá cómo verán el mundo y cómo se relacionarán con sus pares.

Es altamente probable que si uno de nuestros hijos discrimina a un compañero, su acción haya sido muy parecida a nuestras acciones, lo que validamos los adultos será validado por los niños, así que partimos concientizándote acerca de la importancia de tus actos y de tus palabras para con las demás personas, sean estas extranjeras, de diferente religión, sexualidad, apariencia, entre otras características.

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5 tips para abordar el racismo:

Te dejamos unos tips que te ayudarán a comenzar una conversación:

1. Cuida tus actos y tus palabras: Analiza tus acciones y cuestiona lo que sea necesario, nadie es perfecto y dar el primer paso es muy importante.

2. Conversa con tus hijos: Plantéales el tema, el racismo existe y comenzar diciendo la verdad te abrirá la pauta para conversar del tema.

3. Conocer otras culturas. Pueden dar un paseo y recorrer lugares concurridos por las comunidades migrantes y conocer más sobre su cultura. Ver videos o programas que nos enseñen sobre la gastronomía típica o los cultos religiosos. Invitar a familias extranjeras y conocerlos. Las posibilidades son muchísimas, pero el fondo es apreciar las diferencias que tenemos y enriquecernos de ellas, no ser despectivos si negativos con las culturas migrantes.

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4.Participar de la comunidad escolar. Acercarnos al lugar donde más tiempo pasan nuestros hijos nos ayudará a entender dónde se desarrollan y cómo es su entorno.

5.Incentivarle a ser un agente de cambio: Si ve que sus compañeros están siendo discriminados, o si ellos mismos reciben agresiones racistas, llamarles a cuestionar esas actitudes y rechazar cualquier tipo de discriminación.

En importante que la comunicación sea fluida, si tus hijos te comentan acerca de un hecho racista del que fueron testigos, muestra interés en el tema y sigue indagando, pregúntale qué piensa al respecto, cómo podrían ayudar en la situación, esto te ayudará a conocer la postura de tus hijos.